Me encuentro
sentado en mi escritorio pensando sobre qué escribir y no logro enfocar nada
como para redactar un artículo. Se me cruzan varias ideas, ninguna muy original
y ninguna que conozca demasiado.
Si realmente
tendría que empezar a escribir de lo que en verdad me gusta seria todo lo relacionado
con el teatro, la comedia musical, canto, baile, producción ejecutiva.
Todas estas
áreas fueron incursionadas durante algunos años, a veces estudiándolas y otras
no sólo en lo teórico sino también en lo práctico.
Tuve el placer
y la oportunidad de estar arriba del escenario en más de una oportunidad.
Nunca fueron
en forma profesional, nunca cobré por eso. Pero si profesionalmente desde el
punto de vista artístico, por lo menos para mí.
Creo y sin
lugar a dudas que ese lugar, arriba del escenario, es donde más feliz me veo.
Ahí todo se
olvida, ahí todo se vuelve mágico.
La adrenalina
es una constante. La satisfacción de ver cómo, casi a pesar de uno, van
saliendo las cosas bien, te vas aflojando a medida que pasan los minutos, te
relajas y principalmente disfrutas lo que estás haciendo
Muchas veces me
han preguntado, por qué no dedicarme a esa actividad en forma constante y
convertirla en mi estilo de vida.
La realidad es
que la única razón que le encuentro, para ser sincero, es MIEDO.
¿Miedo a que?
¿Fracasar?
¿Triunfar?
¿No gustar?
¿Hacer
papelones?
¿No ser aceptado
como artista?
Sé que suenan
como excusas y cuando veo a gente que estudió conmigo y que hacen lo que aman, triunfar y no solo económicamente,
debo confesar que me da un poco envidia.
Me cuestiono
mi decisión de no entregarme a esas artes y hasta me crítico.
Surgen otros
motivos, por lo menos para mi cabeza.
-Soy grande
-Se debe
empezar desde joven si uno quiere dedicarse.
Excusas,
también son excusas.
Llevo muchos
años de terapia viendo este tema (entre otros) y hasta el momento no he podido
romper esa muralla emocional y mental que me permita arriesgarme.
Lo único que
tengo claro y desde que soy niño, es que amo cantar.
Tuve la
oportunidad de estudiar varios años, aprendiendo mucha técnica e
interpretación.
Casi siempre,
cuando tengo que realizar un viaje, por más corto que sea el trayecto, llevo
conmigo mi celular donde tengo cargadas las pistas que he logrado juntar
durante todos estos años y auriculares mediante, me la paso cantando.
Siempre a voz baja,
veo las formas de poder cantar esas canciones cada vez mejor, más apoyo, más
abertura, más proyección, más o menos vibrato. Toda la teoría que aprendí.
Y hasta me
animo a la puesta en escena de lo que estoy cantando, donde pararme, donde
mirar, los movimientos corporales, cuáles serían más orgánicos, más cómodos.
Seguramente
quienes lean estas líneas pensarán:
¿Qué está
esperando?
No se
preocupen la misma pregunta me la hago constantemente.
No sé si algún
día, podré quebrar y traspasar ese impedimento que me frena, mientras tanto y
casi a modo de terapia, lo escribo.
Quizás me
sirva de algo.